Ha llegado el momento. Porque llevabas tiempo buscando otro trabajo y, por fin, te ha salido. Vas a ir a mejor, vas a ganar más dinero, tus competencias van a estar más vinculadas a tu especialidad. O, simplemente, te has hartado. Ya no puedes con tu jefe, ni con tus compañeros ni con tus tareas. Y, por eso, por cualquiera de estos dos factores, te vas. La decisión está tomada: tú no acabas el mes en esa empresa. ¿Vértigo? Tal vez. ¿Miedo? Jamás. Porque seguro que es para mejor. Pero para no dejarse llevar por el ímpetu de la decisión, para dejar el mejor sabor de boca en la que hasta ahora ha sido tu segunda casa (o tu cárcel), conviene que sigas una serie de pautas que te permitirán dejar tu trabajo con un estilazo envidiable, consiguiendo que jefes y compañeros te recuerden con cariño, respeto y admiración. Aunque tú les odies de forma visceral. Apunta y memoriza, que nunca sabes cuándo vas a tener que ponerlas en práctica:

Elige bien el momento

Trata de no irte en medio de un proyecto o de comunicar tu decisión en alguna semana especialmente complicada para la empresa. Piensa que en tu marcha será, probablemente, un desajuste más a solventar, así que procura renunciar en un momento distendido y de poco trabajo.

Sé discreta

Mejor no comentes tu decisión hasta que no la tomes del todo y, siempre, comunícasela antes al jefe que a los compañeros para evitar filtraciones. A los superiores no les sienta nada bien ser los últimos en enterarse de lo que ocurre entre sus filas y, si avanzas tu marcha a todo el mundo, la noticia llegará a los despachos antes que tú.

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Explícalo todo al detalle

Porque, aunque te vas y no es tu intención negociar, conviene explicar los porqués de tu marcha. Con esto tal vez pongas de relieve algunos aspectos en los que tus jefes no han reparado o quizás te sirva, siempre con diplomacia y buenas palabras, para desquitarte después de haber padecido las consecuencias de unas condiciones no del todo positivas.

Avisa con antelación (pero la justa)

Sí, es tu obligación avisar, pero tampoco lo anticipes demasiado. Si avisas con, por ejemplo, un mes o más, durante ese tiempo podrá dar la impresión de que tu mente ya pertenece a la nueva empresa y que estás dejando de lado las tareas que todavía tienes asignadas, aunque no sea así en realidad. Por eso, avisa con tiempo, pero sin pasarte.

Revisa tu contrato

Seguro que no recuerdas todas las cláusulas que aceptaste en su momento y puede que alguna esté relacionada con la posible marcha de la empresa. Por eso, para evitar algún susto y para saber si tu jefe tendrá o no argumentos para retenerte, relee tu contrato antes de reunirte con él.

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Ten claras tus opciones

Nunca sabes si tu superior querrá hacerte una contraoferta y, por eso, conviene estar alerta y haber valorado previamente todos los posibles escenarios. Quién sabe, lo mismo te ofrece una suculenta e inesperada subida de sueldo o ese cambio de departamento con el que llevabas soñando tanto tiempo. Estudia todas las opciones que pueden presentarse ante ti y valora si, igual, te conviene desterrar la idea de cambiar.

Cierra todas tus tareas abiertas

Así, nadie podrá reprocharte nada. Si dejas todos los tus proyectos terminados y propicias una transición tranquila, tus superiores entenderán que tu compromiso con la empresa ha sido total y tampoco harás que tus sustitutos asuman tus flancos abiertos.

Ofrécete para formar a tu sustituto

Otra buena manera para hacer que se quiten el sombrero. Alguien va a ocupar tu puesto e, igual que tú cuando llegaste, va a andar bastante perdido, al menos al principio. Por eso, si tú te ofreces a explicarle todos los trabajos que deberá desempeñar, echarás una mano a tu compañero de turno y dejarás tranquilos a tus jefes.

No te dejes llevar por tus sentimientos

Sobre todo, por los malos. Porque igual tu coordinador es un tipo desagradable y despierta en ti el odio más profundo que has ido guardando en tu interior. O tal vez tus compañeros sean unos cretinos dispuestos a amargarte tus últimos días a su lado. En cualquier caso, no conviene montar un escándalo ahora que ya te marchas. Mejor será que salgas por la puerta dando un golpe en el suelo que pueda traducirse por “ahí os dejo, mediocres”.

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Despídete de todos y mantén el contacto

Al menos, de tus buenos compañeros y de tus superiores amables. Nunca sabes qué caminos vas a recorrer, y lo mismo vuelves a coincidir con ellos en alguna otra empresa. Tener una buena red de contactos de los que poder tirar o mantener una buena relación con tus antiguos colegas de oficina tal vez te salve del paro más adelante.

Y, por último: para atrás, ni para coger impulso.