Se dice que la desigualdad entre hombres y mujeres está llegando a su fin. Sin embargo, la brecha salarial sigue patente en nuestros días.
En la oficina, un entorno en el convivimos cotidianamente con los distintos sexos, se dan muchos comportamientos, tanto en hombres como mujeres, que podríamos considerar machistas. Y muchas veces, somos nosotras mismas las que hacemos ciertos comentarios o actuamos de manera que asumimos el machismo implícitamente.
En respuesta a esto, ha surgido el proyecto Everyday Sexism (Machismos cotidianos). Se trata de una fuente de ejemplos machistas cotidianos, recogidos por el periódico The Guardian, que muestran cómo la desigualdad que sufrimos día a día las mujeres se produce sin ni si quiera darnos cuenta.

Te confunden con la secretaria/camarera
Si eres mujer y trabajas en una empresa importante es muy probable que te confundan con la secretaria. Esto se debe a que, durante muchos años, era el único puesto al que las mujeres podían aspirar. Aunque ya no es así (¡menos mal!), siguen dándose situaciones de menosprecio. Y aunque sepan que tienes un alto cargo en la empresa (por encima de muchos hombres), puede que te sigan pidiendo que les traigas el café.

“Buena chica”
En uno de los casos que trató The Guardian, una mujer, cansada de oír eso de “buena chica”, le contestó a un hombre: “buen chico”. Su jefe se dio cuenta del comentario y respondió diciendo que no lo hacía con mala intención.

Te consideran un riesgo maternal
Puede que antes de contratarte te pregunten por tus expectativas maternales, porque, a diferencia de los hombres, hay una idea preconcebida de que la maternidad sí afectará a tu trabajo y nada al suyo. Si vas a solicitar trabajo y estás en “edad de tener hijos” hay bastantes posibilidades de que no consigas el puesto.

Ser acosada
Aunque lo neguemos, el acoso laboral sigue ocurriendo. ¿Te suenan los despidos tras un rechazo de flirteo? ¿O sugerencias sexuales que derivan en un trato despótico contra la mujer?

Después de tener un bebé, tienes menos capacidades
Al parecer, después de la maternidad, se piensa que las mujeres tienen menos rendimiento y capacidad que antes de dar a luz. Es por eso que se han dado casos, en los que tras el periodo de maternidad, se ha relegado a mujeres de sus puestos de trabajo.

Tu opinión no cuenta
Si alguna vez has sentido que no te han escuchado o prestado atención durante una reunión y acto seguido el hombre de al lado ha presentado tu misma idea y ha sido recibido con aplausos, no te engañes: se trata de una actitud machista generalizada.

“¿Puedo hablar con un hombre?”
Tradicionalmente, los puestos de alta responsabilidad los ocupaban los hombres. Una prueba clara sobre el machismo laboral es esta: cuando tú, que representas un alto cargo en la empresa, tienes que negociar con un cliente, muchas veces estos piden realizar la negociación con alguien de su mismo sexo.

“Cállate”
Seguro que te quedaste de piedra la primera vez que te mandaron callar. En cambio, ahora te has (mal) acostumbrado. ¡No lo permitas!

Estás clasificada
Si ya sufrimos discriminación sexual, no hablemos de las clasificaciones que hacen en la oficina. Porque si además de inteligente, resulta que eres una mujer atractiva, nadie te va a tener en cuenta para un trabajo importante. Los hombres piensan que si eres guapa, seguro que no sirves para el trabajo. Solo para preparar cafés.

Comentarios y chistes machistas
“¿No tienes que ir a buscar a los niños?”, “¿Puedes ordenar el despacho maja?”, ¿”Me traes un café, guapa?”

Si estás de mal humor, seguro que tienes la regla
Lo has escuchado más de una vez. Porque tu compañero de oficina entiende perfectamente a las mujeres, y siempre que estás más alterada te calma, diciéndote que no pasa nada, que seguro que estás en tus días especiales.