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Llega con la cara lavada, el pelo aún húmedo de la ducha y ojos de sueño. Aun así, y a pesar del madrugón, está impresionantemente guapa y con ganas de empezar la sesión. Frente al ritmo vertiginoso de los 'flashes' de la cámara y los cambios de 'look', Blanca Suárez (Madrid, 1988) no se altera, irradia tranquilidad y buen rollo. La actriz está en un momento dulce, a la espera del estreno de su último filme, 'Disco, Ibiza, Locomía', el 17 de mayo. "Acercar la historia de la banda Locomía a nuestros tiempos es riesgoso, porque está muy alejada de nuestra generación, pero a la vez es muy emocionante", comenta mientras confiesa entre risas que, antes de rodar, no conocía mucho del grupo: "Sabía que manejaban abanicos y me sonaba alguna canción. Eso, y que cuando yo hacía alarde de estilismos un tanto imposibles, mis padres me decían: 'Pareces un componente de Locomía'". En la cinta comparte cartel con Jaime Lorente y Alejandro Speitzer ("dos descubrimientos fabulosos"), así como con Iván Pellicer y Pol Granch, de los que dice haber aprendido mucho a pesar de notar el salto generacional. "Ha sido un rodaje muy intenso –rememora– en el que hemos dedicado horas y horas a ensayar las coreografías con el gran Toni Espinosa, que ha tenido la paciencia de aguantarnos".
En la película interpretas a Lourdes, una de las fundadoras de Locomía. ¿Cómo te has preparado?
Me documenté muchísimo, no tanto acerca de la época, sino especialmente de la historia de todos, y en particular de ella. Su papel está un poco desdibujado, históricamente me refiero, porque nadie está cien por cien seguro de quién era. Fue una de las cabezas pensantes, además de diseñar el vestuario: hacía los bocetos, lo confeccionaba… He tenido la gran fortuna de conocerla y me ha contado muchas anécdotas.
También bailaba. ¿Tú eres así de polifacética?
No tanto. Soy mañosa en mi vida personal, pero en lo profesional intento no desviarme mucho de mi camino y hacer aquello con lo que me siento más cómoda.
La historia arranca en 1987, justo un año antes de que tú nacieses. ¿Te habría gustado vivir toda esa época o te parece demasiado loca?
Nunca nada es demasiado loco (se sonríe). Me hubiera gustado visitarla porque se hicieron cosas interesantes.
Estás en el ecuador de la treintena. ¿Te produce vértigo ir acercándote a los 40?
No, me da vértigo lo rápido que pasa el tiempo. Me pregunto por qué toda mi vida me he esforzado tanto en hacerme mayor, porque ahora ya no me hace gracia.
Muchas actrices se quejan de que, al ir cumpliendo años, dejan de ofrecerles papeles. ¿A ti te preocupa?
Por supuesto, pero de siempre. Dedicarte a esto significa aceptar que trabajas en algo que es muy inestable. Y que te haya ido bien en una etapa concreta no significa que vaya a ser así siempre. Hay que lidiar con ello.
¿Crees que el edadismo en la industria del cine y la televisión es en realidad una forma de machismo?
Pues la verdad, no lo sé. Yo, en general, me considero muy afortunada por haber coincidido con mucha gente y en muchos proyectos en los que me he sentido absolutamente en igualdad de condiciones por ser mujer con el resto de mis compañeros masculinos.
Hace tiempo me dijiste que te gustaría ser madre algún día. Ahora que ya tienes 35 años, ¿empiezas a sentir la presión del reloj biológico?
La siento desde el exterior cuando los medios me preguntan por ello, como estás haciendo tú ahora (contesta seria). Si la siento desde mí misma, eso lo hablaré con mi psicólogo (se ríe). Esto me lleva pasando desde que tengo 18, pero ahora me ocurre aún más. Parece como que te miran y dicen: "Ah, tú todavía no".
Los entendidos afirman que antes de los 40 uno debe conocerse bien a sí mismo. ¿Lo has conseguido?
Me conozco mejor que con 20 (se ríe). Sin embargo, tengo dudas sobre si en algún momento de la vida diré, honesta y profundamente convencida, que me conozco al cien por cien, porque al final creo que el ser humano va mutando. No soy la misma persona que era hace diez años ni hace cinco, y seguramente no soy la misma que era la semana pasada porque me pasan cosas por el camino. Conozco a gente, me doy cuenta de que hay aspectos que no me gustan y otros que de repente me empiezan a gustar. Creo que sé más o menos quién soy, de qué pata puedo cojear o cuáles son mis puntos fuertes. Pero vivimos en una era en la que se busca demasiado el autoconocimiento: tienes que saber lo que quieres, quién eres, etc. Y yo pienso: "¡Qué presión!, igual no lo tengo tan claro, pero no está mal ir haciendo un poco de prueba y error, ¿no?". La vida consiste en eso.
¿Qué le diría tu "yo" actual a tu "yo" de El internado?
Esto es como en la película Regreso al futuro, donde puedes viajar en el tiempo pero tu "yo" del presente no puede decirle nada a tu "yo" del pasado o del futuro, porque entonces tu vida seguro que cambia. Si me doy a mí misma algún consejo, seguro que eso desemboca en cosas que hacen que mi vida no transcurra como ha transcurrido hasta el día de hoy, y paso de arriesgarme. Estoy muy contenta por las cosas increíbles que me han pasado, y por las no tan increíbles, también (se ríe).
Una vez me dijiste que eras muy perfeccionista. ¿Eres ahora más indulgente contigo misma?
Nunca me he castigado por hacer algo mal. Yo intento hacer todo lo mejor posible y trato de ser menos exigente con los demás, que el perfeccionismo sea sólo para mí.
¿Tienes claro qué te hace única?
No al cien por cien. Sé algunos de mis puntos fuertes, también los débiles (se ríe), pero no sé si se me daría bien hacer una lista de "Blanca es tal, tal, tal".
Con los años, ¿has aprendido o establecer prioridades?
(Se ríe). He ido aprendiendo y sigo haciéndolo porque creo que esto es algo que va modificándose a lo largo de la vida, y lo que a los 25 años es la prioridad número uno seguramente a los 35 haya cambiado. Aunque, en general, mis prioridades siempre han sido bastante estables porque he seguido una línea constante en cuanto a mi forma de ser, mis intereses… Por suerte, las cosas que son importantes de verdad en la vida siempre las he tenido muy claras.
Como tímida declarada que eres, ¿alguna vez te has sentido abrumada en público?
Sí (piensa), he tenido muchos momentos de cierta incomodidad, y hablar en público no me hace nada de gracia, sufro bastante. Las miradas, a día de hoy, (titubea) se me hacen un poco de bola (se ríe). Con el paso de los años he ido venciendo mi timidez, pero sigo siendo muy reservada. Tengo un círculo de personas relativamente pequeño y soy muy abierta, sincera y comunicativa con ellos, pero no con todo el mundo.
He leído que no te emociona hacerte fotos con tus fans.
No, esto no es así. Una vez me preguntaron: "¿Siempre te haces fotos con la gente?". Y mi respuesta fue: "No, no siempre". Porque soy defensora de que quizá una tiene que poner sus propios límites en la vida. Y acotando este tema, una también tiene que respetarse cuando cree que es el momento y cuando cree que no. En general, la mayoría de las veces no tengo absolutamente ningún problema en fotografiarme con alguien. Incluso es de agradecer, porque al final es la gente que te sigue y a la que le gustas, y es un pilar fundamental de nuestra profesión. Sin ellos no llenaríamos salas de cine ni teatros. Pero si yo estoy comiendo contigo en un restaurante, nos estamos poniendo al día o estamos en un momento tenso o (sube el tono) estamos discutiendo, quizá no sea el momento. Y digo: "Pues igual terminamos de comer y después". O, por ejemplo, acabo de aterrizar de vacaciones, estoy con un bikini así por aquí (hace un gesto para indicar que lleva un bikini muy escueto) lo más probable es que ahora tampoco proceda.
Tú siempre has sido muy celosa de tu privacidad. ¿Qué aspectos de tu intimidad defiendes a capa y espada, no ya de cara al exterior, sino frente a tu pareja? ¿Qué líneas no le dejas cruzar?
(Se queda pensando). Yo soy muy defensora de que tu vida es tuya y sólo tú tienes el poder absoluto de elegir hasta dónde quieres compartirla, ya sea con millones de personas, ya sea con tus amigos, tu familia, tu pareja… con quien sea. Dejar que tu pareja vea lo que tienes en el teléfono, por ejemplo, no significa que haya más confianza o que la quieras más. Creo que todos necesitamos una parcela que sólo nosotros conozcamos y no quiere decir que estemos haciendo nada mal ni que ocultemos cosas extrañas ni bizarras. Esto es extensible a cómo nos comunicamos con el exterior y también con nuestro círculo, nuestra casa, nuestra familia.
¿Qué pasaría si descubrieses que tu pareja te ha estado cotilleando el móvil?
Esa es una línea roja que a mí no me gusta en absoluto y me encantaría que la gente joven se mantuviera firme con este tipo de cuestiones. Es necesario.
Has dicho en diferentes entrevistas que una de las cosas que más te enamoran de un hombre es el sentido del humor. ¿Qué es lo que no soportas?
En general, llevo bastante mal las mentiras, la falta de lealtad u honestidad y que no sepa escuchar.
Sé que también valoras mucho la calma. ¿Se podría decir que te encuentras en un momento vital de paz?
Sí, aunque siendo totalmente sincera, en las etapas en las que he estado al borde de un ataque de nervios, también se me veía así de tranquila (se ríe). O sea, que podría estar mintiendo. Sólo la gente que me conoce mucho, cuando me mira a los ojos, se da cuenta de que por dentro estoy… uf (mueve las manos en señal de agitación). Con el paso de los años he intentado rascar lo positivo incluso de esas situaciones de tensión.
¿Y cómo lo consigues?
Bueno, me planteo que al final lo que verdaderamente importa es que la gente a la que quiero esté bien, y lo está. Mi momento vital ahora mismo, sin duda, es de agradecimiento por todo lo que estoy viviendo. Por estrenar una peli, por poder colaborar con marcas que me gustan, por tener guiones encima de una mesa, por tener ya fechas para rodar este año…
¿Cuántos guiones tienes encima de la mesa?
Cerrados, dos (se ríe). También estoy a la espera de continuar con la serie médica 'Respira' (la protagoniza junto a un gran 'cast' en Netflix). En fin, hay cositas.
Cuéntame cuál es el proceso que sigues a la hora de elegir tus proyectos. ¿Te dejas aconsejar?
Yo soy de la opinión de que muchos ojos ven más que los míos, porque además, es inevitable que uno mismo aporte inseguridades, que haya cosas que se le escapen. Soy partidaria de hacer una especie de consejo y de lluvia de ideas para ver qué merece la pena y qué no. Lo primero de todo, por supuesto, es ver si por tiempo se puede hacer. Si encaja, entonces hablamos de ello.
¿Tu agente hace de filtro?
Todo lo que llega a mi oficina pasa por mis manos y lo leo. Está claro que no siempre se puede hacer cada proyecto, pero poder elegir es una gran suerte. Una de mis premisas es trabajar y dentro de eso hay veces en las que se puede escoger y otras ocasiones en las que no.
En la última entrevista que tuvimos, tras la pandemia, me comentaste que uno de los aprendizajes que habías sacado era que no podías dedicarte sólo al trabajo, que también había que hacer otras cosas. Con tantos proyectos en ciernes, ¿cómo te organizas para disfrutar de tu tiempo libre?
Vivo muchísimo al día, pero no ahora, siempre ha sido así, porque hacer planes con tiempo es imposible. Hace poco en mi grupo de amigos alguien propuso: "¿Empezamos a bloquear fechas para verano?". Y yo pensando: "Sí, sí, claro". Y dije: "Chicos, ya sabéis que yo cojo un avión y me voy a la otra parte del mundo, pero no puedo cerrarlo ya". Y esta es un poco la constante en mi vida, que paradójicamente choca mucho con mi forma de ser, ya que soy una persona a la que le gusta mucho agendar las cosas y tenerlo todo organizado, y saber qué pasa en cada momento, cuándo y dónde.
Locomía es tu película número 21, has participado en once series, has rodado con grandes como Almodóvar y Álex de la Iglesia… ¿Qué te queda por hacer?
Todo en la vida. Todo, todo.
¿Te tienta la idea de ponerte detrás de la cámara?
No, dirigir me impone respeto. Me interesa lo que hay detrás de la cámara, pero me da un poco de vértigo. La vida me ha enseñado a decir "de esta agua no beberé".
En Occidente se piensa que el éxito consiste en tener la cantidad de trabajo que tienes tú. En cambio, los japoneses creen que es averiguar cuál es tu propósito en la vida. ¿Tú lo has encontrado ya?
No lo creo. A ver, a día de hoy supongo que sí, sé lo que me ha hecho feliz hasta ahora, pero es que a lo mejor mañana practico un deporte que digo: "He nacido para él". Bueno, esto no lo creo (se ríe), pero quizá encuentre algo que me haga pensar que ese es mi destino. De momento, estoy bien como estoy pero, ¿quién sabe?
Maquillaje y peluquería: Natalia Belda (Mr. Pérez Management) para Guerlain. Asistente de fotografía: David Valor. Asistente de estilismo: Ruth Guibert. Producción: Marta Sánchez.
Redactora jefe de COSMOPOLITAN, Ana M. Jiménez es experta en sexo y relaciones de pareja, temas de los que lleva escribiendo desde hace dos décadas. En su agenda figuran los nombres de los sexólogos más reputados (una vez uno le dijo que su tema sobre el orgasmo femenino era digno de una tesis doctoral, ojo al dato). Y en su ‘portfolio’ abundan los artículos sobre nuevas técnicas sexuales, las posturas más placenteras o lo último en juguetes eróticos (por supuesto, los prueba antes, profesionalidad ante todo). Los entendidos piensan que se le da bastante bien, tanto que cuando trabajaba en la revista ‘Quo’ recibió el primer Premio Periodístico Daphne por un reportaje sobre anticonceptivos. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, su trayectoria profesional ha estado ligada a cabeceras como ‘Elle’, ‘Ragazza’ y ‘Elle Decor’ antes de llegar a COSMOPOLITAN, donde también crea contenidos sobre viajes, gastronomía y libros. Si ya lo estabas pensando, te lo confirmamos: su especialidad son los pequeños (y grandes) placeres de la vida. Quédate con su nombre si buscas información sobre cuestiones amorosas, ideas para hacer una escapada o los nuevos restaurantes de moda.
