Todo empezó con un libro chulísimo, ‘Valle inquietante’ (ed. Libros del Asteroide) en el que la escritora Anna Wiener (34 años) relata su paso por Silicon Valley, primero fascinada por las luces de ese supuesto paraíso laboral y luego decepcionada por su experiencia y lo que vio allí. Tras entrevistarla, decidimos hablar con varias jóvenes para que nos contaran de primera mano su visión del mercado laboral en España. El resultado es este reportaje sobre la explotación laboral que viven miles de millennials.

Claudia, diseñadora gráfica de 23 años, hizo prácticas en una reputada agencia de marketing digital. 'En teoría iba a ser muy guay, en su web todo lo que te venden es fantasía', relata. Pero la realidad era otra. "Me hacían asumir muchas responsabilidades sin enseñarme demasiado. Todas éramos chicas menos el jefe, que iba de boss, pero no sabía de nada y hacía bromas sexuales", resume.

Él les daba charlas sobre la importancia de ser un equipo unido, pero cuando Claudia pilló la COVID-19 fue despedida sin miramientos. Ella es sólo un ejemplo de la explotación que viven miles de ‘millennials’ en nuestro país desde que se inician en el mercado laboral.

Paraíso laboral 'fake'

Jornadas que se alargan hasta el infinito, ‘familias’ laborales que casi parecen sectas y mucha misoginia. Eso encontró Claudia en sus prácticas y es también lo que describe Anna Wiener en ‘Valle inquietante’ (ed. Libros del Asteroide), sus memorias sobre los años que trabajó en Silicon Valley, primero fascinada por las luces de ese supuesto paraíso laboral y luego decepcionada por lo que vivió allí.

Considerado el ensayo del año en Estados Unidos, supone un relato generacional del acceso de los jóvenes al trabajo que puede acabar siendo un regalo envenenado. A través de su experiencia laboral en empresas con buena reputación, Wiener plasma los claroscuros del sector ‘tech’ y lo que suponen para la gente –‘millennials’ en su mayoría– empleada en él. En muchas ocasiones, el agobio máximo por llegar a todo les conduce a la ansiedad y la depresión.

"La idea de que las empresas tecnológicas tienen una especie de misión social, que son distintas, es falsa. Por el modelo de negocio y de financiación tienen que crecer muy rápido. Y se supone que los mejores son recompensados por su talento, pero no es así", dice la autora. En su libro no sólo expone los problemas del sector, sino del mercado laboral al completo ya que, recuerda, "la industria tecnológica está en todo".

anna wiener
Russell Perkins
Anna Wiener, autora de la autobiografía ’Valle inquietante’, un fascinante libro sobre el lado oscuro de Silicon Valley.

Descifrando el código

Anna Wiener habla en sus memorias de Silicon Valley como un lugar misógino, donde el poder lo detentan un grupo de hombres blancos con "una masculinidad heterosexual, insulsa y reprimida". Los describe como ‘hipsters' con barba, camisa de cuadros y gafas de pasta. La falta de referentes femeninos en plan jefazas en igualdad en el sector es épica.

jóvenes empresa tecnológica
Franziska & Tom Werner//Getty Images
La imagen ’hipster’ de Silicon Valley esconde sin embargo una acentuada desigualdad de género.

"Mi experiencia tiene mucho que ver con el hecho de ser mujer y ocupar un puesto que no es de ingeniera. En esta industria hay una jerarquía. Las personas que codifican ocupan la parte alta y las que se dedican a atención al cliente, como hacía yo, la baja. A menudo, el trabajo técnico se percibe como para un tipo concreto de persona: un hombre joven", explica Wiener.

Pero la escritora recalca también que "la discriminación de género es endémica en todo el sistema laboral. El sexismo y la misoginia están generalizados. En vez de ser inclusivos en el trabajo, el sexismo y la misoginia están generalizados no solo en la industria tecnológica. Hay muchas mujeres que no reciben la promoción que merecen, que aunque tengas las mismas competencias que un compañero varón cobrarán la mitad y puede haber acoso sexual, discriminación…".

Eso sí, Wiener llegó a ganar 80.000 euros al año en Atención al Cliente, algo impensable en el mercado laboral español, donde la precariedad comienza desde las prácticas.

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D.R.
El libro ’Valle inquietante’, de Anna Wiener (Libros del Asteroide).

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'Niña, hazme un café'

Sara, de 22 años y diseñadora gráfica, hace sus prácticas en una ‘startup’ del ámbito de la salud, las únicas remuneradas que encontró. "Aunque a la empresa le va muy bien, las becarias que había antes cobraban 300 euros, nosotras 200 y las de ahora, 150". Ella aplicó para crear contenido y ser ‘community manager’, pero en el contrato, de cinco horas al día, ponía auxiliar administrativa. "Funcionan a base de becarios. Cuando se va uno, llega otro", cuenta.

Pese a parecer un lugar moderno, ha comprobado la discriminación de género, que impide trabajar en igualdad, sigue ahí. "Mis jefes tienen un círculo sólo de hombres de negocios y se han intercambiado mi teléfono para pedirme recaditos. Es un ambiente muy de hombres, que a veces me hace sentir incómoda. Se dirigen a mí en plan ‘Sara, cariño’ o ‘Hazme un café, niña’, mientras que al chico que trabaja a mi lado le hablan normal". Su conclusión es que "tenemos muy normalizada la explotación laboral, y a los jóvenes, todavía más".

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Sven Hagolani
Cuando tus jefes van de igualitarios pero te llaman ’guapa’ o ’cariño’, se llama discriminación de género.

Trabajadores 'perfectos'

En el mundo de las ‘startups’, la modernidad a veces oculta la falta de derechos laborales. "Llevamos más de cinco años detectándolo", confirma Pepa Burriel Rodríguez-Diosdado, profesora titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad social en la Universitat de Barcelona. "Se vende esa sensación de familia que relata el libro ‘Valle inquietante’. No es nuevo, pasa también en algunas empresas familiares o micropymes. Te hacen creer que eres imprescindible a costa de tus derechos básicos".

No es cierto. "Solo es una forma de hacerte trabajar más", ratifica Anna Wiener, y señala que el vínculo del trabajador con la empresa crece tanto que "cualquier queja se toma como personal, se silencia". Rodríguez-Diosdado lo llama "la búsqueda del trabajador perfecto": "Más que tu conocimiento, destacan qué aptitudes deberías tener y te convierten en un mero objeto. La supuesta economía colaborativa también, bajo una aparente libertad y flexibilidad, convierte en el ‘trabajador perfecto’ a ese sin derechos ni protección social".

Jornadas eternas

La falta de derechos laborales no ocurre solo en el sector ‘tech'. Recientemente, banqueros ‘junior’ de Goldman Sachs denunciaron que tenían semanas laborales de hasta 95 horas. Tras exponer sus quejas en público, consiguieron que la empresa se comprometiera a que librasen los sábados.

Un mes después, auditores ‘junior’ de la sede en Barcelona de Ernest & Young (EY), una de las principales consultoras del mundo, protestaban porque sus semanas de curro se alargaban hasta las 84 horas. "Hemos decidido que es momento de tomar cartas en el asunto y alzar la voz en contra de unas condiciones laborales que consideramos distan mucho de ser las mínimas aceptables", decían en un correo electrónico interno que hicieron público.

Este es uno de los grandes riesgos a los que se enfrentan los jóvenes que acceden al mercado laboral, según Pepa Burriel Rodríguez-Diosdado: "El exceso de horas provoca no sólo dificultad para conciliar, sino también problemas de salud". El otro, tal y como apunta la experta, es "trabajar sin contrato, como autónomos, colaboradores o en convenio de prácticas, cuando hacen las mismas funciones que una persona trabajadora. No cotizar la Seguridad Social repercutirá en sus prestaciones, en el desempleo o en su futura jubilación, y no se les paga el salario que correspondería legalmente".

joven agotada
JGI/Tom Grill/Blend Images//Getty Images
Banqueros y consultores juniors han denunciado de agotadoras jornadas laborales de hasta 95 horas semanales.

Efecto cicatriz

Marta, de 23 años, hizo prácticas en una empresa digital de inversión alternativa mientras realizaba el TFG de Publicidad y Relaciones Públicas. "Me tenían currando cinco horas al día y no me pagaban ni el abono de transportes. Como no encontraba otra cosa, tuve que aceptar", recuerda. Aun así, al principio se sentía 'ilusionada', pero le duró poco. En la empresa había unos 30 trabajadores, la mitad en la misma situación que ella.

"En mi departamento éramos siete pero, aunque todos asumíamos responsabilidades, sólo cobraban dos, los jefes. Decían que quizá contratarían a alguien, pero no lo han hecho nunca", dice a la vez que admite que se sintió 'explotada'. Ahora trabaja como autónoma para una agencia inmobiliaria. Una opción, la de ser tu propia jefa, que cada vez más jóvenes eligen.

Según el informe ‘Young Business Talents’, el número de ‘millennials’ que quiere emprender supera al de los que prefieren ser empleados. Pero eso muchas veces enmascara una situación ilegal, la de los falsos autónomos. Los más conocidos son los ‘riders' (repartidores de Glovo, Deliveroo…) sobre los que ya se ha legislado, pero no los únicos.

"Supongo que yo soy una falsa autónoma, pero estaba desesperada buscando curro y dije que sí. Trabajo cinco horas al día por 477 euros, de ahí tengo que descontar las cuotas. Pero por ser mujer menor de 35 años, el primer año pago 60 euros. Luego, ya veremos", cuenta Marta.

falsos autónomos
miodrag ignjatovic//Getty Images
Los ’riders’, repartidores de comida, se han convertido en los falsos autónomos más conocidos, pero no son los únicos.

La precariedad laboral la condena, a ella y a su generación, a la dependencia. Sólo el 4,9% de los menores de 25 años españoles se ha independizado, un porcentaje que era del 10,1% hace una década, según Eurostat. "Tengo 23 años. A esa edad mis padres podían vivir solos. Con el COVID-19 es aún peor, hay empresas que ofrecen prácticas de ocho horas diarias sin remunerar ¡y no pasa nada!", señala Marta. "Nos hemos acostumbrado a un sistema que lleva años explotando a los jóvenes. Nos tratan como a tontos".

‘Efecto cicatriz’

En vez de darles fama de ‘ninis', a los ‘millennials’ españoles casi se les debería considerar mártires del empleo si miramos las cifras. El desesperante paro juvenil en nuestro país, del 38% a finales de junio, duplica la media de la UE. Uno de cada tres jóvenes no tiene ingresos, y los que están empleados ganan entre 2.400 y 2.850 euros menos al año que hace una década, según el Consejo de la Juventud de España.

Las prácticas, no remuneradas cada vez con mayor frecuencia, hacen que a muchos iniciarse en el ámbito laboral les salga a pagar. Cuando empiezan a trabajar, cuatro de cada diez lo hacen con un sueldo muy bajo, según la Fundación ISEAK, lo que les conduce al llamado efecto cicatriz: quedan atrapados a largo plazo en el empleo precario.

precariedad laboral jóvenes
Franziska & Tom Werner//Getty Images
Las prácticas no remuneradas, el paro y los bajos sueldos conducen a la precariedad de los jóvenes.

El Banco de España señala que la pandemia ha venido además a empeorar las condiciones. Anna Wiener, que ahora trabaja como periodista 'tech' y reconoce que "aunque gano menos de lo que cobraba en el sector tecnológico, soy mucho más feliz", concluye que "todo el mundo se merece sentir seguridad, estabilidad financiera y respeto, tanto dentro como fuera del trabajo". Algo que el sistema debería garantizar, también, a los más jóvenes pero que, a juzgar por los datos, está fallando en nuestro país.

5 TIPS PARA EVITAR QUE TE EXPLOTEN

La experta en derecho laboral Pepa Burriel Rodríguez-Diosdado nos da algunos consejos para evitar posibles abusos laborales. “Sobre todo, no tengas miedo; si no sabes algo, ya aprenderás”, dice, y recuerda que “todas las personas hemos pasado por ese momento”.

  1. Documenta todo. "No empieces a trabajar sin un contrato firmado y por escrito. Aunque fuera verbal, siempre puedes exigir a la empresa que te lo entregue físicamente".
  2. No te cortes. “Comprueba si las condiciones del contrato son las que te han dicho. Si no entiendes algo, pregunta sin timidez, educadamente, hasta tenerlo claro. Entérate de si se os aplica algún convenio colectivo”.
  3. Plántate y denuncia. “No permitas abusos de poder, gritos o acoso, del tipo que sea, de tus jefes o compañeros. Tienes derechos y puedes denunciar a la inspección de trabajo o en un proceso judicial (ambos gratuitos para los trabajadores)”.
  4. Anticípate. “Localiza si en tu empresa hay o no representantes de los trabajadores o personas afiliadas a un sindicato porque, si después tienes algún problema, pueden ser un gran apoyo”.
  5. No aguantes carros y carretas. “No tengas miedo a cambiar de empresa, de tipo de trabajo o disciplina, y recuerda que es más fácil encontrar un nuevo empleo si estás trabajando, indicando que quieres mejorar. No todas las empresas son explotadoras, y, a veces, es preferible reinventarse”.