Los tiempos cambian a una velocidad de vértigo y la revolución digital está modificando la vida laboral como la conocíamos. No solamente las empresas y los empleados han normalizado el teletrabajo, sino que empiezan a plantearse alternativas para organizar la actividad, como las jornadas laborales de cuatro días o el trabajo por objetivos.

Esta modalidad busca poner fin al clásico de calentar la silla. Es decir, hacer acto de presencia en la oficina solo porque sí, independientemente de que el trabajo que se te asigna se pueda hacer en menos de las estrictas ocho horas diarias. Algo que puede empezar a cambiar dentro de muy poco tiempo.

Y es que, como se pregunta Daniel Toscani, profesor colaborador de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, "si un trabajador es capaz de cumplir todos sus objetivos en cinco horas, ¿por qué debe trabajar tres horas más ese día? ¿Por qué no puede autoorganizarse su jornada?". Estas preguntas se las plantean a diario miles de trabajadores en España y con razón.

El trabajo por objetivos implica que se da preferencia a lograr ciertos propósitos u objetivos en lugar de priorizar aquello de contabilizar un número concreto de horas trabajadas. La intención principal no es otra que poder conciliar la vida personal y la laboral, pero también se buscan otros objetivos, como mejorar la productividad y evitar el presencialismo. Algo que, en principio, no casa bien con la obligación de tener que fichar en todas las empresas.

Pero, ¿es este sistema mejor o peor que el actual? Lo cierto es que esta modalidad de trabajo tiene pros y contras, por lo que elegirlo o no depende de los beneficios que pueda aportar a una organización y al empleado. Tenlo en cuenta si estás pensando en cambiar de trabajo.

Beneficios de trabajar por objetivos

Aunque no todo es color de rosa en el trabajo por objetivos, lo cierto es que tiene ciertas ventajas que lo hacen interesante. Desde Randstad han identificado cinco.

  1. Eficiencia. No hay ningún incentivo a la eficiencia más útil que saber que te podrás ir a casa o desconectar en cuanto termines tu trabajo. Y, lógicamente, si eres más eficiente tu productividad aumentará.
  2. Motivación. Como trabajadora te vas a sentir probablemente más motivada a la hora de currar cuando lo hagas por objetivos y no estés atada a una silla. Como explican desde Randstad, podrás conocer tus verdaderos límites, descubrir tus capacidades y ser más autónoma.
  3. Control de los resultados. A la empresa le será más fácil medir los resultados del trabajo. Y, en consecuencia, su competitividad aumentará.
  4. Talento. Como esta modalidad de trabajo permite controlar los resultados de una forma más sencilla, es fácil identificar a los empleados que registran los mejores, de forma que se puede potenciar ese talento.
  5. Diferencia de roles. Esta nueva forma de trabajar va a permitir a cada empleado saber exactamente cuál es su papel y su función. "El empleado sabrá qué es lo que se espera de él y se fomentará la sensación de orgullo en el profesional, al conocer exactamente cómo ha contribuido al buen desempeño general de la organización", añaden desde Randstad.

Desde la UOC destacan que los países que menos tiempo dedican al trabajo según la OCDE (Dinamarca y Noruega) registran un Producto Interior Bruto (PIB) mayor que los que trabajan más horas (que son Costa Rica y México).

Para el profesor Toscani, este sistema implica un cambio de chip. "Es darse cuenta de que un trabajador puede rendir mucho si se lo propone y trabaja en serio durante cinco horas, por ejemplo, y, por el contrario, puede perder mucho el tiempo y rendir menos en una jornada de ocho horas".

Un cambio de mentalidad que ya se está dando en la población más joven, que busca mucho más que antes la conciliación de la vida laboral con el ocio y la vida personal. Y es que las nuevas generaciones cada vez piensan más en el bienestar laboral.

Contras del trabajo por objetivos

Como decíamos, no todo el monte es orégano en el trabajo por objetivos. De nuevo Randstad destaca cinco riesgos o desventajas que afectan tanto a las empresas como a los empleados.

  1. Competitividad. Lo cierto es que lo que por una parte parece un beneficio también puede llevar a que los empleados sean más competitivos entre ellos, lo cual tiene cosas buenas y malas. Y es importante gestionar bien la competitividad para que no empeore el clima laboral.
  2. Control sobre el trabajador. El hecho de que este modelo te haga más autónoma al permitirte establecer tu propio horario se puede volver en contra de la empresa, pues puede perder algo de control sobre sus empleados. Es por eso que el trabajador debe ser responsable para que este sistema funcione.
  3. Recursos. Es verdad que este sistema permite medir mejor los resultados, pero para ello hacen falta más recursos, es decir, inversión.
  4. Estrés. Algunos trabajadores pueden aprovechar este sistema para trabajar con más tranquilidad al tener su propio horario, pero otros se pueden ver más estresados, a lo que se suma la posibilidad de que los equipos no trabajen bien juntos, dado que cada empleado trabaja a nivel individual.
  5. Pérdida de calidad. Otra desventaja es que cabe la posibilidad de que el empleado, al tener el incentivo de terminar pronto su trabajo, no lo realice con la mayor calidad.

Hay voces que están muy en contra de este sistema. "Es una involución en los derechos adquiridos. Este sistema ya existía en la Revolución Industrial", afirma Antonio Fernández, profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, para quien esta modalidad de trabajo es un mito. "Es cierto que la tecnología nos permite producir lo mismo en menos horas, pero tiene que haber un control horario; esas horas deben seguir reguladas", añade.

Para Eva Rimbau, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de esta universidad, "no hay posibilidad de que se transite hacia ese modelo, ya que va a mantenerse el principio de fijar las horas de trabajo, porque este sistema protege a ambas partes de los abusos de la otra".

De hecho, para esta experta uno de los riesgos es que las empresas impongan "objetivos imposibles" aprovechando que no existe limitación de jornada. "En una jornada puramente por objetivos, se incentiva la rapidez para lograr el objetivo por encima de la calidad; esto puede hacer que cada persona intente acabar cuanto antes sus objetivos y no mire por el interés global de la empresa o del equipo. Este incentivo desaparece cuando el número de horas de trabajo está fijado", agrega Rimbau.

Es por eso que para esta profesora lo ideal es una combinación del trabajo por objetivos con la jornada con horarios. "Buscar formas de conciliar mejor sin perjudicar a la productividad laboral es un interés social compartido (...). No todo lo que hacen los trabajadores puede cifrarse en objetivos específicos", añade.

Los perfiles tecnológicos, comerciales y de marketing son, según los expertos, a los que más les puede encajar la jornada por objetivos. Sin embargo, otro tipo de perfiles se verían perjudicados por este sistema. "En empleos en los que abunda la mano de obra, el poder suele estar en manos de la empresa, que obtiene mejor rentabilidad porque no sube las retribuciones tanto como aumenta la productividad", comenta Rimbau.