Entrar por las grandes puertas del Royal Mansour Marrakech (se necesitaron 7 toneladas de cobre tallado y 8 meses de trabajo para crearla) es sumergirte en un mundo nuevo. O al menos, para la mayoría de los mortales. Mi papel de periodista en una revista como COSMOPOLITAN tiene muchas ventajas por las que estoy muy agradecida, y una de las mejores es poder viajar y conocer otros lugares, gentes, culturas. Ahora había llamado a mi puerta la oportunidad de alojarse ya no tanto en uno de los mejores hoteles del mundo (que también), sino en un palacio árabe morisco que simbolizaba el patrimonio arquitectónico y artesanal marroquí. Un país al pocos kilómetros del nuestro y que tan diferente es y tanto desconocemos.

royal mansour marrakech
Royal Mansour Marrakech
Vistas a la ciudad desde el hotel Royal Mansour Marrakech.

Poder vivir unas horas en un espacio que combinaba esta herencia ancestral con lo mejor de la modernidad era lo que más valoraba. Y poniéndonos sinceras, otra de las inquietudes era ver si podía dar respuesta a algo un tanto superficial pero que (creo) nos preguntamos casi todos: ¿qué dan, qué ofrecen, qué sientes en este tipo de hoteles que justifique, de un modo u otro, el elevado precio de sus servicios? (En este caso, y de forma aproximada, la habitación puede oscilar entre los 1.500 y los 5.000 euros la noche). Os daré una pista: el trato y servicio que te ofrecen las personas que trabajan allí, es determinante. "Son como un equipo de 'ninjas' invisibles muy bien coordinados, sales de la ducha y 'voilá!', tu cama está de nuevo perfecta y la chaqueta que acabas de dejar en una silla, colgada en una percha". Esto es lo que me dijo un colega de profesión que había visitado el lugar unos meses antes, y una anécdota que representa bien uno de los muchos argumentos que han llenado de premios y reconocimientos a este lugar.

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Royal Mansour Marrakech
Entrada al Royal Mansour Marrakech.

Pero claro, no el único. Traspasar sus puertas y encontrarte con incontables jardines adornados con fuentes (concretamente, 150), callejones y plazas de color terracota, palmeras, jazmines, naranjos, grandiosas cortinas que visten el lugar, mobiliario 'art decó' o un trabajo manual de artesano que viste paredes y techos son algunos de los otros elementos que posicionan al Royal Mansour como uno de los destinos hoteleros más lujosos del mundo.

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Amaya Lacarra
Una de las puertas de entrada y salida del Royal Mansour Marrakech.

La primera impresión en el Royal Mansour Marrakech

Cuando llegué a mi destino, tras un vuelo 'madrugador', todavía no eran ni las once de la mañana. Un coche de alta gama que me trasladó del aeropuerto a mi destino (con 'wifi', bebida y un chófer amabilísimo), fue la primera señal que me indicó que estaba a punto de entrar en otro universo. Una vez dentro, y tras pasar tres puntos de control donde el personal cumplía con su deber de velar por la seguridad, no pude tener una entrada más triunfal: me enviaron directa a uno de sus restaurantes, Le Jardin, para disfrutar de un copioso y exquisito desayuno. Con hambre tras el viaje, y ávida por sumergirme en la experiencia del Royal Mansour, saboreé cada instante de aquel desayuno. Fui consciente en directo de lo mucho que lo estaba disfrutando, algo que constato tiempo después ya que aquella mañana ha pasado a ser uno de los mejores momentos-desayuno que he tenido jamás (y lo dice una adicta a probar sitios nuevos de esta primera comida del día).

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Royal Mansour Marrakech
Desayuno en Le Jardin, de Royal Mansour Marrakech.

La arquitectura y los 'riad' del palacio

Con el estómago contento, llegó el momento de ubicarse. Una serpenteada caminata en la que mis ojos y oídos no tenían tiempo de asimilar cada detalle se cruzaba en el camino, me llevó a lo que sería mi casa en los siguientes días: un precioso 'riad'. Se trata de la casa tradicional marroquí con patio interior o jardín central, que suelen formar parte de las medinas -ciudades antiguas- y suelen encontrarse en lugares tranquilos y refrescantes, perfecta vía de escape de la bulliciosa ciudad. En el Royal Mansour no hay habitaciones, ni pisos, ni pasillos, sino un total de 53 'riads' privados construidos en las cinco hectáreas que componen el lugar, construidos en una finca privada de cinco hectáreas, ubicada justo frente a las antiguas murallas de la vieja ciudad (la ubicación es otro de sus puntos fuertes, pues está enclavado a diez minutos andando del centro neurálgico, la famosa plaza Jemaa El Fna). Hablan del lugar como "de una medina dentro de la Medina". Y tanto que lo es.

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Amaya Lacarra
Un pequeño rincón del gran complejo del hotel Royal Mansour Marrakech.

Los 'riads' se dividen en cinco categorías (desde 140 a 850 metros cuadrados), que culminan con el Gran Riad, con 1.800 metros cuadrados. Todos ellos tienen tres alturas: en la planta baja convive el patio con su fuente mientras que en lo alto, una piscina con chimenea te espera para relajarte día y noche. Lo más impresionante para mí, sin embargo, fue el detalle y lo refinado de la decoración. Y es que, más de 1.500 artesanos vinieron de todo el mundo para conseguir este resultado: los mejores artesanos de oficios como la carpintería, la forja, el alicatado, el tadelakt o la marquetería. Maestros azulejeros, equipos de tapiceros o conservadores de muebles trabajaron varios años para conseguir la belleza de todo el complejo.

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Amaya Lacarra
Tres tipos de trabajos artesanales en las paredes del ’hall’ del hotel.
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Amaya Lacarra
Interior de la edificación del Royal Mansour Marrakech. 

Otra de las curiosidades que más valoré son las centenas de empleados (más de 500) que realizan un trabajo impoluto y muchas veces invisible a tus ojos, con un objetivo claro: la perfección. Y es que, existe un laberinto de galerías en el sótano (una especie de túneles subterráneos y puertas secretas) que alberga cocinas, lavanderías, un taller floral y otros servicios técnicos con todo lo necesario para que el personal no sea visto pero pueda adelantarse a las necesidades de sus clientes. Así lo viví con los mayordomos de mi 'riad', a quienes pude conocer y con quienes charlé sobre la cultura de su ciudad, algo que sucedió porque yo di pie (ellos combinan cercanía y amabilidad suprema, con la más pura discreción).

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Amaya Lacarra
a room with a bed and a table with a chair and a chandelier
Amaya Lacarra

Las zonas comunes: puro arte

A la excelencia de su artesanía, se suma otra perla del Royal Mansour: sus frondosos jardines árabes (diseñados, por cierto, por el paisajista español Luis Vallejo) y en los que necesitas un par de días para familiarizarte y no perderte. Cuando se construyeron, se pensó en que fueran una continuación del entorno agrícola de Marrakech, para vincularlos de esta forma a la historia de la ciudad y a su herencia árabe-andalusí. Aquí la banda sonora son las 150 fuentes y la multitud de pájaros; las palmeras, los olivos centenarios o los naranjos aromáticos parte de la vida que encontrarás a cada paso. Un dato: al palacio se trasladaron un total de mil árboles centenarios, un legado que se siente a cada paso.

Con rincones singulares y bancos por doquier para sentarte y contemplar la vida (¿para qué más?), en algún momento tus ojos se sorprenden al ver una de las piscinas más bonitas que puedas imaginar. Cristalina, paradisíaca, con multitud de butacas para descansar y una barra de bar por si ya va siendo tu hora de tomar un refrigerio, ideal para contemplar y asimilar tanta belleza junta.

royal mansour marrakech
Royal Mansour Marrakech
Piscina exterior en medio de los jardines de Royal Mansour Marrakech.

Además, existen otros servicios de ocio adicionales en los exteriores, como la 'Residencia de Artistas', un pequeño espacio acristalado de toque bohemio en medio del jardín donde se realizan sesiones de yoga al aire libre, clases de pintura, cerámica o caligrafía, talleres de escritura o joyería. Otra buena opción si vas con niños es 'Le Jardin de Lila', un club infantil con talleres creativos o juegos al aire libre pensados para los más pequeños.

Por último, uno de los puntos exteriores que más captaron mi atención, como buena hija de agricultor que soy, y por el que me paseé todas las veces que pude, es su huerto. Con un trato excepcional, y perfectamente organizado, de aquí brotan multitud de verduras y hierbas que después degustas en los restaurantes del Royal Mansour. Un planazo. Además, también tienen sus propias colmenas, con el fin de diseñar productos locales poniendo en práctica los conocimientos tradicionales locales.

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Amaya Lacarra
Vista de una parte del huerto.
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Gaku Yamaya
Espacio para el arte dentro de los jardines.

Su oferta culinaria, a la altura

Y de la huerta a la mesa. Sabemos que el país vecino alberga una gastronomía rica y variada, llena de especias, colores, sabores. Pues bien, aquí pude probar y disfrutar de la cocina marroquí llevada al más puro refinamiento gracias especialmente a uno de sus restaurantes, La Grande Table Marocaine, capitaneado por la chef Hélène Darroze, considerada una de las estrellas culinarias de nuestra época.

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Royal Mansour Marrakech
Restaurante La Grande Table Marocaine.

Como el desayuno del primer día, esta cena fue el segundo momento 'gourmet' que creo se quedará conmigo muchos años. Amenizados con música tradicional en directo, en medio de un patio azul iluminado en su justa medida con velas y farolillos, y el sonido de una gran fuente como fondo embriagador, cada plato que probé estaba a la altura de todo hedonista culinario. Los Sh'Hiwates, multitud de ingredientes que forjan sus típicas ensaldas, su tradicional cordero o la tangia de dorada real con aceitunas moradas son algunos de sus 'must'. Sin embargo, pedí consejo al personal y escogí la 'Pastilla' (o 'Bastilla'), uno de los platos más valorados por la gente de Marruecos (capas de hojaldre rellenas de carne y una mezcla de almendras, huevo y especias). ¡Fue una auténtica explosión de sabor! No me extraña que este sea uno de los platos estrella para festejar algo en las casas marroquíes.

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Amaya Lacarra
En La Grande Table Marocaine, sirviendo la típica ’Pastilla’.

Además de este espacio culinario, existen otras tres opciones de restaurante: La Table, que sirve clásicas recetas francesas e internacionales; Le Jardin, con opción de viajar a través de su cocina desde Japón a Tailandia, o de Perú al Mediterráneo y por último, el restaurante italiano Sesamo (los 'risottos' de autor son su especilidad). Una abanico amplio de posibilidades para quienes se queden varios días.

Un lugar para la relajación: el spa con 'hammam'

No sería posible un auténtico templo en este país sin un lugar casi 'sagrado' de bienestar con el agua como hilo conductor. Otro de los grandes reclamos del Royal Mansour Marrakech es su Spa Royal, premiado mundialmente con numerosos reconocimientos en el ámbito de la salud y bienestar. Una burbuja dentro de este mundo aparte que ya es en sí el palacio. En total, este espacio destinado al bienestar de cuerpo y mente que huele a exquisitos aromas nada más entrar, suman un total de 2.500 metros cuadrados: baños de vapor, masajes ceremoniales, tratamientos únicos como el de envoltura corporal con 'ghassoul' o el capilar ancestral conocido como 'takhlita' son algunos de los servicios. Además, existen dos 'hammams' auténticos donde vives este ritual marroquí en su máximo esplendor con el agua como protagonista. Y 'psss'... también cuentan con 'suites' de 'spa' privadas ideal si vas en pareja.

royal mansour marrakech
Royal Mansour Marrakech
Entrada al Royal Spa Mansour Marrakech.

Mi sitio favorito dentro del Spa Royal fue sin duda la piscina. Interior y cubierta por un techo de cristal que te dejará atónita, recuerdo cómo dejé que, tumbada en una de sus hamacas tras disfrutar de las aguas, cayera sobre mí la noche. Otro regalo para mis sentidos bajo el cielo marroquí, y que seguro también recordaré por mucho tiempo.

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Royal Mansour Marrakech
Piscina cubierta dentro del Royal Spa.

En definitiva, todo este compendio de estímulos extraordinarios convirtieron mi hospedaje en algo más que una estancia de lujo. Si tuviera que decir un punto negativo, es que no querrás salir de estas cinco hectáreas (y hay que tratar de hacerlo, porque la magia también está al otro lado del muro, en el corazón de la Ciudad Roja). Y lo mejor lo tengo claro: la verdadera fortaleza de este lugar es que, al haber conseguido ser un espacio tan único, es capaz de hacer parar lo más preciado y rico que tenemos: el tiempo. Así que, si alguna vez te lo puedes permitir, y eres de las que le gusta vivir otras realidades, desde luego merece la pena darte este capricho una vez en la vida.

+info: www.royalmansour.com
ABOU ABBAS EL SEBTI - ROYAL MANSOUR - MARRAKECH 40000, MOROCCO.

Agradecimientos: Mason Rose, agencia especializada en turismo de lujo.