El ‘quiet quitting’ , o renuncia silenciosa, se ha colado en las empresas. Esta tendencia, en auge entre 'millennials' y Generación Z, consiste en “trabajar lo mínimo para no ser despedido –explica Jaime Sánchez, Head of Insurance de Cobee, una 'app' de gestión de beneficios para empleados–. Es un término acuñado recientemente para referirse a un fenómeno que se está percibiendo como consecuencia del agotamiento laboral de algunos empleados. En lugar de abandonar el trabajo, hacen esto".

También se trata de hacer estrictamente aquello para lo que te han contratado y siempre dentro de tu jornada. Entre las recomendaciones que dan en redes sociales para ponerte en modo 'quiet quitting', destacan establecer límites a tus tareas laborales, que sean dentro de tu horario y punto; dejar de disculparte por no ir más allá, además de priorizar la eficiencia, trabajar por objetivos e intentar no ir a reuniones infinitas y poco productivas.

En realidad, es una muestra de rebeldía ante un sistema en el que cada vez es más común la explotación laboral. Vienen a decir: "Queremos trabajo, pero digno, justo e inspirador". Quizá toca repensar las condiciones laborales y el papel que el empleo juega en nuestra vida, como hace el movimiento ‘antitrabajo’.

Condiciones injustas

Alba, de 27 años, está practicando ‘quiet quitting’ desde hace unos meses pero reconoce que “no sabía que se llamaba así”. Ejecutiva de cuentas junior en una multinacional, “eso significa que me pagan menos, aunque hago lo mismo que mis colegas sénior”, matiza. Cuando pasó la pandemia y tras comprobar que se sentía mejor con el teletrabajo que yendo cada día a una oficina “con jornadas interminables”, habló con su jefe para intentar trabajar en remoto algunos días.

“Le expliqué que rendía más desde casa, pero me dijo que no podía ser”, cuenta. Por este motivo, ha comenzado a cumplir con sus horarios de forma estricta. “Creo que hay sectores que se resisten a mejorar las condiciones de los trabajadores, quieren que les entregues tu vida y los jóvenes no estamos por la labor” –reflexiona–. Ya asisto a un montón de eventos fuera de mi jornada laboral a los que se da por hecho que tengo que ir. No sé cómo plantearme tener pareja o hijos, si apenas tengo tiempo para mí. Además, acabo agotada y rindo menos”.

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La sensación de injusticia por unas condiciones laborales que la persona empleada considera abusivas es una de las causas que provocan el ’quiet quitting’.

Pese a que le parece que su postura profesional “es de justicia” y aunque se considera “muy eficiente”, admite tener miedo a perder su empleo. “No sé si me echaré para atrás porque mi jefe ya me ha lanzado indirectas y me ha vetado para que no pueda hacer viajes de trabajo, por ejemplo. Me gusta mucho lo que hago y no quiero perderlo, pero me parecen abusivas las condiciones laborales que nos obligan a aceptar, y no son las que aparecen en el contrato”, dice. Y es que, encontrar trabajo en el nuevo mercado laboral no es fácil.

Perder tu trabajo

Entre los principales inconvenientes del 'quiet quitting' está, como en el caso de Alba, el riesgo de perder tu empleo. Por eso, como recuerda José María Bleda García, doctor en Sociología y profesor en la Universidad de Castilla-La Mancha, es una tendencia que “se da sobre todo en los países más desarrollados económicamente, con tasas de pleno empleo o más oportunidades de elegir trabajo, lo que no es el caso de España, con una alta tasa de desempleo juvenil”. Aun así, ya ha desembarcado también en nuestro país, donde la incertidumbre económica está afectando a la salud mental de los 'millennials'.

Según el II Observatorio Adecco sobre Bienestar emocional y factores psicosociales, casi el 60% de las empresas considera que el 'quiet quitting' se ha incrementado en el último año y afecta más a los empleados jóvenes que a los sénior. “Más de la mitad de las empresas considera que la renuncia silenciosa está afectando a las personas trabajadoras. Aparte de eso, según datos de la Administración, las bajas voluntarias se han multiplicado casi por tres desde el mes de diciembre de 2021”, confirma Javier Blasco, director de The Adecco Group Institute.

Entre las posibles causas, el informe revela que casi el 60% de los trabajadores manifiesta que sus ganas de irse son debidas a la falta de consecución de las expectativas, tanto por el salario como por las condiciones de trabajo, que pueden incluso provocar el síndrome 'burnout'.

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El ’quiet quitting’ está en auge entre la gente joven. La idea es trabajar lo mínimo para no ser despedido. O, visto de otro modo, hacer estrictamente aquello para lo que te contrataron, sin dejarte la piel en ello

Salario, más que dinero

La renuncia silenciosa es tendencia, sobre todo, entre trabajadores jóvenes, por diversos motivos. Además de la precariedad en el empleo, excesiva temporalidad, menores salarios, falta de ajuste entre la titulación y las tareas que desarrollan, Blasco apunta algo fundamental: el salario emocional, o lo que es lo mismo, el bienestar laboral, que la empresa cuide a los trabajadores. “La población joven tiene otras expectativas, valoran mucho las oportunidades de reciclaje profesional, la promoción, la flexibilidad horaria, el teletrabajo, los cuidados de salud, las instalaciones y el estilo de dirección. De no verse satisfechas, pueden generar su desmotivación”.

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Entre lo que más valora la población joven están las oportunidades de reciclaje profesional, la flexibilidad horaria, el teletrabajo y la salud.

El ‘quiet quitting’ indica un anhelo de condiciones laborales dignas. “Es una consecuencia de la sociedad posmaterialista” –apunta José María Bleda García–. Optan por una renuncia a dedicarse al trabajo profesional a pleno rendimiento con el fin de tener más tiempo para su vida personal, ocio o cultura. En España se da sobre todo en los profesionales con un alto nivel de educación y formación, pero también en empleos muy demandados con alto déficit de oferta donde no se exige una alta formación”.

Mejorar tu salud mental

El sociólogo apunta que las causas son variadas, pero con algo en común: “El no sentirse bien en el desempeño de su trabajo, bien por no estar suficientemente considerados, por la precariedad o los bajos salarios, o porque quieren tener más tiempo libre”. Y señala algo fundamental: “La salud está siendo prioritaria para los jóvenes, en las últimas encuestas del Instituto de la Juventud en España ocupa el primer lugar de importancia”. Una de las principales ventajas del 'quiet quitting' es apostar por mejorar tus condiciones de vida y tu salud mental. Con todo ello, además vas a rendir mejor.

Pero, mientras la gente joven parece tener cada vez más claro que su salud mental es importante y está perdiendo el miedo a hablar de ello en público, no parece que sus jefes les vayan a la zaga. Por el contrario, el 86% de las empresas consultadas por The Adecco Group Institute piensa que las organizaciones no están culturalmente preparadas aún para que un mánager reconozca su vulnerabilidad y necesidad de apoyo psicoemocional.

Uno de cada 3 profesionales reconoce haber acudido al psicólogo durante el último año y el 80% afirma haber padecido estrés prolongado, y 4 de cada 10 personas dejaría su actual trabajo, según el reciente informe ‘Estado de la salud del empleado en la empresa’, de Cobee. “Las empresas tienen que sentirse responsables del bienestar de sus plantillas y buscar vías para garantizarlo. De esta forma podrán mejorar el ambiente interno, favorecer la productividad y reducir sus índices de rotación”, apunta Jaime Sánchez.

Flexibilidad laboral

Según datos del Informe de Tendencias en Beneficios del Empleado de Cobee, solo para el 6% de los profesionales el sueldo es lo único importante para permanecer en un empleo. Entre otros aspectos, como el teletrabajo o las facilidades para la conciliación, también crece el interés por los planes de retribución flexible.

“Si pudiera elegir, el 79% optaría por un 'pack' de beneficios con seguro de salud, gimnasio y plan de pensiones para la jubilación antes que por una subida salarial de 2.000 euros anuales –indica Sánchez–. Además, una gran medida que está ganando importancia en España y en el resto de Europa es la jornada de cuatro días, la medida estrella para facilitar la conciliación y la mejor valorada por los españoles (27%), seguida de la posibilidad de tener un horario completamente flexible, más días de vacaciones (24%) o el teletrabajo (23%)”.

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Quienes practican la renuncia silenciosa no están haciendo otra cosa que ponerse ellos primero.

El II Observatorio Adecco sobre Bienestar emocional y factores psicosociales confirma que lo que más se valoran son las oportunidades de conciliación y flexibilidad (93%), los planes de formación y recualificación (91%), el estilo de liderazgo y dirección (90%), los planes de promoción y carrera profesional (88%), la ‘marca’ de la empresa (86%), su nivel tecnológico (86%), la existencia de políticas retributivas flexibles (85%), la salud financiera (85%) y la diversidad e inclusión (81%). Con respecto a este último dato, hay que destacar que 4 de cada 10 personas no quieren salir del armario en su trabajo.

Los empleados, primero

Para las empresas, es fundamental empezar a conectar con sus empleados y darles valor. Además, han de tener en cuenta que los jóvenes profesionales ansían realizarse con sus trabajos, aprender y crecer en ellos. “Una plantilla descontenta está directamente ligada no solo con el clima interno sino también con el nivel de productividad y los índices de rotación”, alerta Jaime Sánchez que, en positivo, indica que “para las empresas, son unas circunstancias nuevas que pueden aprovechar para ofrecer verdaderamente lo que los trabajadores quieren y favorecer la captación y retención de talento”.

En Cobee, por ejemplo, siguen la política de ‘Employee first’ (empleado primero): "El trabajador se sitúa en el centro de nuestra estrategia de negocio”. Incluso tienen un puesto concreto, la VP of People, Celia Selmes, para “potenciar esta filosofía e implementar nuevas iniciativas que favorezcan el clima interno y la motivación de nuestros equipos”. De esa manera, evitan el ‘quiet quitting’, del que no hay casos en la empresa, y garantizan trabajadores satisfechos. Que tomen nota todas las empresas, si quieren retener el talento y ser lugares donde trabajar, pero también soñar.

Un paso más allá: el 'ghosting' laboral

Algunos jóvenes han decidido dar un paso más allá y hacer una especie de 'ghosting' laboral. Algo así como si le hicieras una cobra, pero en vez de a tu ex, a tus jefes. Es el caso de Laura, de 26 años, con un expediente académico muy bueno, que acaba de dejar su empleo en una empresa de marketing. “Me sentía engañada. Saqué muy buenas notas en mi carrera y esperaba más”, dice. No sentía motivación, su jefe no le parecía muy inspirador y empezó a sentirse de bajonazo, además, al poco tiempo de entrar, dejaron de permitirles teletrabajar la mitad de la semana. “¡Fue como, ‘uf, no quiero esto!’ Cuando pensaba en ir al trabajo, en vez de estar motivada, me daban ganas de llorar. No era así cómo lo imaginaba”, cuenta.

En vez de quejarse, lo dejó sin más. “No tenía ganas de enfrentarme a nadie, ni de falsas promesas… Me daba corte, pero además es que no pensaba que fuera a cambiar, era todo muy mediocre”, dice. Durante dos meses, ahorró todo lo que pudo “para tener hasta que encontrara algo”. Sus padres no la entendieron, pero cuando les explicó que era o su curro o una depre, le dijeron que había hecho bien. “Ya sé lo que quiero, así que espero encontrar un empleo mejor, que me haga feliz”. Sobre si se arrepiente de haberlo dejado, contesta sin dudar: “No”.

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Hay jóvenes que dan un paso más y hacen ’ghosting’ laboral.

Luis (24 años) renunció a su curro por falta de tiempo para sí mismo. “Trabajaba en una cafetería frente al mar. Cada día iba en bici, el trayecto era una pasada. Cuando entraba temprano, veía amanecer”, explica. Pero, aunque lo de empezar el día haciendo deporte le gustaba, “y mis compañeros de trabajo, también”, lo malo eran los horarios: “Era un turno partido, a veces entraba por la mañana, otras por la tarde… Al final no me dejaba tiempo para nada, llegó un momento en el que no sabía ni en qué día estaba”.

Aunque el sueldo no estaba mal, su objetivo era formarse para ser entrenador personal, pero no conseguía el tiempo necesario para dar clases y hacer prácticas. Luis acabó con estrés y ansiedad. Una vez tomó la decisión, no quiso ni trabajar los 15 días que se suelen dar. “Dije que me iba, que no podía más. Solo quería mi libertad. Se enfadaron, pero no pasó nada, aunque supongo que no podría volver a trabajar allí”, dice. Ahora curra en un bar en el turno de mañana. “De 8 a 15 h. Una vez acabo, tengo toda la tarde para mis cosas. Gano menos dinero, pero soy más feliz”, confirma.