15 años es una barbaridad. Una cifra meteórica cuando se trata de hablar de los años que ha descendido la edad media de acceso al primer tratamiento médico estético. Antes de la pandemia, este momento se situaba en torno a los 35 años. Ahora mismo, está en los 20, según el último estudio de la SEME (Sociedad Española de Medicina Estética).

Hay que tener en cuenta que dentro de los tratamientos de una clínica estética se incluyen "los láseres para la depilación y para tratar las cicatrices del acné y tratamientos contra el hirsutismo, que cada vez se aborda antes", refiere el doctor Juan Antonio López, presidente de la SEME. Pero aún así, lo cierto es que la demanda de tratamientos a base de toxina botulínica y, sobre todo, de ácido hialurónico, se ha disparado a edades supertempranas. Y es que una cosa es el bótox preventivo, y otra muy distinta atacar la arruga cuando ni siquiera le ha dado tiempo a formarse. Para entender esta tendencia hemos hablado con varios médicos estéticos, pero también con un psicólogo y dos sociólogos.

Desde aquí, rompemos una lanza a favor de mejorar todo lo posible nuestro aspecto y buscar la mejor versión de nosotras mismas o tener una piel sana y bonita, pero ¿qué está ocurriendo para que una chica de 20 años busque tratamientos que prevengan los primeros signos de la edad?

La belleza, la estética y el hedonismo

De ello ya hablaban los filósofos de la Antigüedad, como Platón y Aristóteles. "Reivindico y ensalzo la belleza como un activo que mejora nuestra vida en comunidad; sentirse guapo, sentirse bien es un derecho. Es triste cuando no damos a la estética la importancia que tiene. Bendita esa parte más lúdica que también es la quintaesencia de las artes y la cultura", dice Alejandra Nuño, socióloga experta en salud, género y crecimiento sostenible. "El problema viene", prosigue, "cuando tratamos de definir la belleza y, sobre todo cuando analizamos quién dictamina esa definición, cómo se transfiere, por qué lo hace de manera distinta en lo femenino y lo masculino, y por qué hay esa lucha generalizada 24/7 por estar perfectos".

Aquí es donde empieza a complicarse todo. "La verdadera tragedia es el vacío existencial, esa no integración del bienestar mental y físico que hace que no haya litros suficientes de bótox para rellenarlo", sentencia la socióloga.

¿Por qué este descenso tan drástico?

Parece que el confinamiento ha tenido más que ver de lo que pensábamos. Todas esas videollamadas, esas visitas al espejo, ese tiempo de más con 'nuestra propia mismidad', y a la vez una exposición continua a la redes sociales. "Ahí está la labor del buen médico para intentar educar al paciente más joven o que busca un resultado poco realista, incluso aunque sepas que si no le haces tú el tratamiento que te pide se lo hará otro profesional", explica la doctora Ana Revuelta, médico estético, farmacéutica, directora de la clínica que lleva su nombre, y médico formadora de Merz Aesthetics.

Hay que tener en cuenta que las niñas (aunque también algunos niños) han crecido viendo a sus madres "siendo usuarias de medicina estética con toda naturalidad, ya no es un tema tabú", dice la doctora Mar Lázaro, de la Clínica Mar Lázaro. Esas niñas de hace solo diez años son ahora adolescentes o jóvenes que acaban de entrar en la veintena, y quieren probar.

Además, la idea de que los retoques estéticos son sinónimo de resultado artificial es un bulo injustificado, siempre y cuando, desde luego, nos pongamos en manos de los mejores médicos estéticos. Esto es lo que ha dado muchísima visibilidad a la buena medicina estética. "Cada día tenemos de 10 a 20 etiquetas de pacientes en Instagram. Además, hasta hace poco, se pensaba que uno se operaba de los labios, pero ahora ya se sabe que un tratamiento para mejorar es cosa de 10 minutos, y no pasa nada", dice. A esto hay que añadir, como apunta el doctor Ángel Martín, Director Médico de Clínica Menorca, que el número de centros sanitarios autorizados por el Ministerio de Sanidad también se ha multiplicado.

En efecto, cada vez hay más opciones y menos invasivas, además de que los precios son más democráticos, añade el doctor Martín. Y los pacientes, incluso los más jóvenes, tienen mucha información. Antes te preguntaban: "¿qué me hago, doctor?". Ahora vienen con nombres concretos de tratamientos", apunta Ángel Martín. Quizá tenga que ver con la exposición en las redes sociales de los propios centros y la explicación detallada que hacen de los tratamientos. "Esto ha hecho perder el miedo a la medicina estética, y también la vergüenza de reconocer que nos hemos retocado algo", apunta Elisabeth Álvarez, CEO de Inout Barcelona.

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"En este sentido, hemos notado mucho entre las pacientes más jóvenes la demanda en retoques de labios, con términos que se han popularizado como los 'gymlips' o los 'russian lips'; ahora mismo es el tratamiento más demandado por ellas. A veces nos piden volúmenes que anatómicamente no concuerdan con su estructura facial, y ahí debemos manejar la información para transmitirles la importancia del equilibrio y la armonía", dice la doctora. Por la misma razón, opina que debería haber un consenso entre clínicas para difundir que la belleza es una actitud, y que es interesante recurrir a la medicina estética. "Pero sin traspasar ciertos límites", remata. Los chicos más jóvenes, por su parte, eligen mejorar piel y acné (les preocupa mucho). Y quieren tener pelo", revela la doctora Lázaro.

El poder de las pantallas

Los modelos estéticos que remarca la televisión, con sus concursantes de 'reality' de físicos imponentes, han establecido unos cánones de belleza que solo se alcanzan previa aguja y, en muchos casos, también hilo. La consecuencia entre los jóvenes es que "los adolescentes, y sobre todo las adolescentes, están creando su identidad en una sociedad patriarcal que les plantea y exige unos cánones estéticos cuando todavía no han alcanzado una madurez intelectual", explica José Ramón Moreno, profesor de Psicología del Desarrollo en la UNED.

Pero los filtros de las aplicaciones móviles son una de las grandes razones de esta tendencia, lo que ha provocado lo que ya se llama 'snapchat dismorfia'. "Los jóvenes quieren ser como ellos mismos pero con sus propios filtros de retoque, porque así es como se han acostumbrado a verse, y con esas fotos vienen a la consulta", cuenta Elisabeth Álvarez.

"Hasta hace poco se pensaba que los labios se operaban, pero ahora ya se sabe que son 10 minutos".


La dinámica de las redes sociales es el caldo de cultivo perfecto, a su vez, para esta necesidad de formar parte de este mundo en el que el estímulo rápido es el motor. "Hay un término que se llama hedonia (viene de hedonismo) depresiva, que significa la búsqueda de estímulos rápidos placenteros que no requieren de memoria ni de compromiso emocional, como buscando saciar los avatares existenciales a los que nos enfrentamos", dice Ricardo Feliú, sociólogo y profesor de la Universidad Pública de Navarra. "Lo que me preocupa de todo esto es que los padres y las madres estén entrando en ese juego. Hace 20 años la búsqueda de la aprobación en la adolescencia era el reconocimiento del grupo. Ahora está en una plataforma muy ajena a ellos", remata el sociólogo.

Cuando los menores van a consulta

Son los menos numerosos, pero existen. "Antes, podía venir un menor al año, pero desde hace 3 ó 4 años recibimos una media de un menor al mes acompañado de sus padres para que le firmen el consentimiento. "Es política de nuestra empresa no atender a menores cuando el tratamiento implique un pinchazo, incluso aunque vengan con sus progenitores", termina Elisabeth Álvarez.

Implicaciones psicológicas

Los médicos estéticos consultados coinciden en la importancia de la prudencia. Para ellos es fundamental hacer una buena historia clínica, y también por supuesto para detectar cualquier patología psicológica. "Hay explicar todo el procedimiento paso a paso, dejar muy claro lo que podemos conseguir y lo que no, y recordarles que la moda es efímera y que la perfección no existe. El cirujano o el médico estético tiene un doble papel de escultor y psicólogo, es clave entender lo que busca cada paciente", aclara el doctor Martín. "Podemos corregir un labio asimétrico, una nariz con el caballete muy pronunciado o unas ojeras muy marcadas, pero nunca van a poder lucir el rostro de una imagen con un filtro ni van a ser igual que tal o cual persona", termina Ángel Martín.

En cuanto a revertir los signos de la edad cuando aún siquiera se han manifestado tiene que ver, a juicio de Ricardo Feliú, con que "ese recordatorio de que envejecemos se va ocultando... Y esto no va de no querer estar guapos, sino de no articular los valores que rompan los vínculos que nos construyen como sociedad", termina.

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Amelia Larrañaga

Periodista especializada en belleza, bienestar y estilo de vida desde hace más de 25 años. Desde que se licenció en Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, ha escrito para medios como Elle, Vogue, Woman, Yo Dona, Mujer Hoy, Elle Gourmet o Harper’s Bazaar.  Dentro del mundo de la belleza, es experta en peinados, cortes de pelo y cabello en general (en una alfombra roja, no se le escapa el más discreto de los postizos ni el más escondido de los trucos) y lo sabe todo acerca de color y las últimas tendencias capilares, gracias a que se tituló en Peluquería en la Academia Guallar de San Sebastián mucho antes de estudiar periodismo.  Si no hubiera sido reportera, le hubiera gustado ser antropóloga o socióloga, por eso disfruta como una niña con ensayos que le ayuden a entender mejor al ser humano y su conducta, individual y en masa, o entrevistando a los expertos para sus artículos sobre psicología y tendencias sociales. Probadora profesional de experiencias, es capaz de sumarse a cualquiera de sus valientes retos “30 días sin…” para luego contar cómo es transitar durante un mes fuera de su zona de confort.